Repartiendo magia

Por un segundo su mirada queda inerte, vacía de cualquier emoción que yo pueda interpretar. Viéndolo perdido en una especie de viaje introspectivo, intento hacerlo regresar a la realidad con una sutil caída del tirante del sostén. Lentamente, me inclino al ritmo de la música y muestro a mi víctima una buena perspectiva del escote que se exhibe, descarado. ¡Bingo! Funciona. Puede sonar a tópico barrio bajero pero para seducir a un hombre hay ciertas fórmulas atemporales que siempre dan resultado: tiran más dos tetas que dos carretas; tiraban en la prehistoria y seguirán tirando hasta la extinción o mutación de nuestra especie.

Mi gesto ha logrado que un brillo de curiosidad y decisión regrese a su mirada, oscura hasta ahora, desconectada del presente. Con la satisfacción de la cazadora que atrapa a su presa, no puedo evitar que mis labios dibujen una breve sonrisa. Sé a qué he venido y no permitiré que sus pensamientos o fantasmas del pasado me impidan satisfacer mi apetito.

Una noche más actúo con la precisión que solo te da la experiencia, con la seguridad del que persigue un objetivo. Como si de una coreografía se tratara, ralentizo los movimientos de mi cuerpo. La música y el baile son grandes aliados. Saco pecho, ondulo el vientre y me acaricio con las manos mientras suspiro con el ansia del que anticipa un buen banquete. Siento su mirada recorriéndome con avidez, como si de una lengua de fuego se tratara. Y ahora el toque de gracia, esa mirada acompañada de un gesto indeciso que me ayude a crear el espejismo de “Isla fácil de conquistar”. Un paraje con encanto pero tan vulgar que una vez visitado es mejor olvidar. El perfil de mujer que me esfuerzo a interpretar para disfrutar del placer del sexo variado y sin complicaciones sentimentales.

Él, no recuerdo ni el nombre porque sé que me ha mentido, me sonríe mientras bebe de su copa. Es de los que observan, analizan y suelen controlar la situación. Hoy, en cambio, voy a ser yo la que lo use. Hasta mañana no se dará cuenta que el mago no es él sino yo y él, el niño que disfruta de la magia porque ni siquiera sabe que hay un truco que buscar.

Le doy la espalda y empiezo a jugar con el broche del sostén, sentándome a horcajadas en la silla. Hoy él es el elegido y no por su físico o atractivo sino por la energía que desprende. Su postura, su mirada, su voz. Un cóctel curioso de vanidad, dominación y drama. Una combinación selecta para las amantes del sabor agridulce.

Cena gratis y buena conversación acompañada de insinuaciones típicas del código “Cómo ligar sin ser un baboso calenturiento”. Postres servidos en caliente en el capó del coche. Juego de lenguas y manos intrépidas que se cuelan bajo la ropa, sin importar justificaciones morales ni excusas de amante despechado. Sólo él, yo y mis ganas de terminar la noche gimiendo de placer en manos de alguien que se ha cruzado en mi camino. Mañana la despedida breve y cortés, pero eso será mañana.

Me levanto acercándome a él con movimientos felinos. Su mirada hambrienta devora mis pechos. Contoneo mi cuerpo y me giro dejando mis glúteos a la altura de su boca. Cierro los ojos y acaricio mi trenza descubriendo mi espalda. A pesar de la breve distancia que nos separa siento sus ansias y su resolución. El cazador cazado. Oigo como apura el vino de su copa y se acerca movido por el instinto primitivo del que busca satisfacer su sed, sin importar si el agua está estancada o contaminada, beberá.

El homo sapiens que tan evolucionado se cree, que tiene pensamientos y emociones. El que se las da de Dios por ser capaz de crear, amar y sentir. El que se cuestiona el sentido de las cosas y el camino del alma. Todo deja de existir para volver a su estado puro, al animal que se aparea por instinto. Siento sus brazos que me rodean y sus dientes arañándome el cuello. Mientras me abandono al éxtasis pienso con sorna que nuestros antepasados follaban como locos en cuevas. Hoy hemos mejorado las cuevas y disponemos de sofás, mesas y camas en las que fornicar persiguiendo el simple placer de disfrutar. O de olvidar.

Colaboración especial de Pluma Oscura.

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